Orientalismos 1536x864

Orientalismos

18 agosto 2021

Es interesante comprobar como ese “otro-diferente” que, en muchos casos, alcanza la condición de enemigo declarado puede, sin embargo, producir un encantamiento que llegue hasta la imitación y la mimesis extrema.

Hablar de orientalismo es, con seguridad, referir a una forma occidental de ver y analizar la cultura de Oriente. En forma extensiva y profunda analizó esto Eduard Said en distintos ensayos, fundamentalmente en aquel llamado, precisamente, «Orientalismo». No obstante, bien podríamos asegurar que una parte importante de la construcción cultural de occidente se realizó mirando a un oriente muy amplio y diverso, aún asumiendo esa fuerte carga de prejuicios que se ha proyectado sobre civilizaciones como la china y la japonesa, sobre ámbitos como India e Indochina, o bien sobre un Oriente más cercano que involucra los países árabes de Asia y África e incluso una España de tradición islámica.

 

Me refiero, en este caso, fundamentalmente a una pintoresca Andalucía de califatos y alhambrismo. Es interesante comprobar como ese “otro-diferente” que, en muchos casos, alcanza la condición de enemigo declarado puede, sin embargo, producir un encantamiento que llegue hasta la imitación y la mimesis extrema.

 

Esto ha sucedido, precisamente, en muchos momentos históricos de los que podríamos citar ejemplos bien concretos, como por ejemplo el impacto en el gusto de los cristianos españoles que la vida palaciega de los musulmanes de Córdoba y Granada en los siglos XIV y XV o la absorción de múltiples diseños chinos y modalidades técnicas en la porcelana que adaptan los ingleses luego de la guerra del opio.

 

Es bueno recordar que América, y muy especialmente México, jugará un papel fundamental en la relaciones culturales y artísticas entre oriente y occidente.

 

Este conjunto de bienes que, durante tres siglos, transportó la llamada “Nao de Manila» (ver imagen destacada) atravesando el Pacífico, llegaba hasta Acapulco y, luego, un transporte por tierras mexicanas los trasladaba hasta el puerto de Veracruz para navegar nuevamente el océano y llegar a la península ibérica, o sea, a Europa.

 

Interesa apuntar que este trasiego de mercancías orientales por el territorio mexicano iba regando de múltiples transferencias a la artesanía de aquel reino de nueva España y, por eso, bien podemos decir que México es por entonces el país más cosmopolita del mundo, como sostiene el historiador Manuel Lucena, México es, en el siglo XVII, directamente el verdadero “centro del mundo”.

 

Y esto nos lleva a otra cuestión bien importante que es la capacidad de cambiar y, porque no, de crecer y progresar a partir de este fecundo intercambio cultural. Pensemos, por ejemplo, en el enorme enriquecimiento y transformación producida en la música a partir de Debussy, con la presencia de arabescos o la incorporación de instrumentos creados en Indochina.

 

Lo mismo podríamos advertir de los cambios extraordinarios que se producen en la pintura europea a partir de las estampas japonesas, cambios que se verifican en propuestas que van desde la obra de Van Gogh y Manet a Toulouse-Lautrec.

 

Más allá de las apreciaciones críticas realizadas por Said a las miradas occidentales sobre oriente, es real que este contacto enriqueció a Europa y América, no por las interpretaciones miméticas o románticas de la oriental sino por aquellas miradas inclusivas que fueron capaces de suscitar productos verdaderamente nuevos. Nuevos para oriente. Y nuevos para occidente.

 

Nos quedan, en este sentido, algunas preguntas en relación a los intercambios culturales en la Contemporaneidad. ¿Estará siendo occidente una fuente importante para enriquecer, no ya a la ciencia y la tecnología de China, sino a su capacidad creativa y su dimensión cultural, marcando un cambio, una inflexión histórica tan profunda como la que Oriente aportó al mundo occidental? Esperemos que sí.

 

Imagen destacada: Pintura orientalista veneciana anónima, La recepción de los embajadores en Damasco, 1511, Museo del Louvre.

 

 

 

 

 

Crédito: Wikimedia Commons

Escrito por: