
Montevideo Subterránea
16 julio 2021
Por debajo del suelo de Montevideo hay tantos espacios y metros construidos que bien podríamos pensar en otra ciudad: la ciudad subterránea.
Ciudad múltiple y compleja, variada y singular, la Montevideo Subterránea se vincula con la cultura y la religión, con la sanidad y los servicios, con la higiene y la muerte. Se trata, por tanto, de espacios que tienen distintos roles y que por su condición conforman una ciudad poco o nada conocida por los montevideanos. En este sentido es que cuando ingresamos a alguno de estos espacios nos asombran sus dimensiones y, sobre todo, nuestro profundo desconocimiento previo acerca de su existencia. Es extensa esta ciudad subterránea. Debajo de las calles, debajo de las plazas, debajo de las edificaciones, los espacios son amplios y profundos. No se trata por cierto de espacios en continuidad, aunque muchos de ellos nos permiten un recorrido largo y sin interrupciones.
Desde los tiempos coloniales, Montevideo reconoce la existencia de túneles, como los que están debajo del Cabildo y en dirección a la Plaza Matriz, concebidos mediante bóvedas de ladrillo, que aún nos dejan múltiples incertidumbres acerca de su objetivo, así como de sus dimensiones reales, ya que es necesario el trabajo arqueológico para poder recorrerlos integralmente. A mediados del siglo XIX y ya en tiempos de la República, surgen algunos edificios que prevén criptas de importantes dimensiones. Se trata de recintos con propósitos funerarios, como el que está debajo de la rotonda del Cementerio Central o lo que se conoce como Capilla del Señor de la Paciencia, debajo de la actual iglesia de San Francisco en la Ciudad Vieja.

Panteón Nacional, en el Cementerio Central
Pero Montevideo conoció también otros ámbitos subterráneos de gran porte, como el que está debajo del Teatro Solís o de algunas construcciones que, al ser demolidas, permitieron conocer enormes cisternas. Hay otros lugares, ya más a principios del siglo XX, que resultan increíbles por su función. Ejemplo de estos son algunos cines y teatros que fueron ubicados muchos metros por debajo del nivel de la vereda. Para muestra, alcanza con el antiguo cine Los Ángeles, en Plaza Independencia y que aún se puede visitar. Para eso hay que llegar hasta la librería de Roberto Cataldo, la librería El Galeón, donde en una suerte de viaje por el texto La biblioteca de Babel, nos disponemos a bajar distintos niveles cargados de libros hasta llegar a una platea y un escenario que son dignos de aquel cuento de Borges.
Pero hay una Montevideo mucho más oscura y continua debajo de las calles del centro y de la Ciudad Vieja. Una ciudad abovedada por donde corren las aguas servidas, cargadas de agentes contaminantes, a la que no nos animamos a entrar. Se trata de una ciudad desconocida, pero vital para el buen funcionamiento urbano.
Imagen destacada: La red de saneamiento urbano de Montevideo – Red Arteaga – en la época de su inauguración (fines del siglo XIX)
