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La India, la implicancia social y la espiritualidad

22 septiembre 2022

Con la fotógrafa Susette Kok

 Madre, fotógrafa y creadora de la Fundación Visionair, Suette Kok no dudó en el regalo que merecería su hija al cumplir los 15 años: un ansiado viaje a la India. En Holanda, país donde nació esta mujer de pelo dorado y mirada intensa, no se acostumbra a celebrar con una fiesta como sí se hace en el Rio de la Plata. Además, siempre quisieron ir juntos a Oriente. Cuando el grupo de yoga tuvo la iniciativa de ir a India, la familia se sumó. «Yo había ido cuando tenía 20 años. Viví en muchos lugares del mundo pero este fue un sitio que no estaba preparada para ver, fue un shock: algo tan diferente. Lo bueno de este viaje es que empezamos en el sur y de a poco fuimos entrando en una cultura que es maravillosa. Cuando hoy nosotras dos pensamos en la India, nos surgen imágenes, olores y la parte espiritual que es increíble. Fue un viaje impresionante para vivir juntas», dijo Kok a Tribu.

 

Los colores de la dignidad. La diversidad y la multiplicad de la gente de ese país fue lo que más impresionó a Kok. Aunque la pobreza no le resultó ajena. «La gente vive la pobreza de otra forma porque vive en el momento. El clima también ayuda bastante, y hay colores, olores”. La fotógrafa agregó que se percibe un sentimiento de comunidad grande, de pertenecer a un grupo. “Hay como dos lados. Por un lado, un sistema de castas fuertísimo y, por otra parte, un sostén en la pobreza. No están solos ahí. La familia es súper importante, el compartir la comida, compartir lo poco que hay».

 

La postura ante la vida es diferente a la que se observa en el Río de la Plata. Kok dijo que en India se vive con más consciencia de ser parte de algo más grande. “Como puede ser la humanidad o la naturaleza o incluso el cosmos. Hay mucha dignidad en la pobreza. Las mujeres más humildes igual están vestidas con estos saris de colores intensos. Esto quizás la hace un poco más llevadera, aunque es evidente que hay pobreza extrema». A ello se suma la explotación sexual, un tema trabajado por Kok en su labor como fotógrafa.

 

El contraste tan grande con la cultura que se vive de este lado del globo hizo que Kok se planteara que ofrecer a sus hijos la posibilidad de conocerlo: «es maravilloso, cuando saben valorarlo y realmente lo disfrutan. Fue el conjunto, fue un viaje vivencial, no tanto visitar lugares turísticos. Anduvimos en bicicleta por pueblos, convivimos con la gente de allá. Fue muy emocionante».

 

 

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La fotógrafa

 

En India hay «una foto en cada esquina», definió la holandesa, que llevó una cámara manual. “No quería andar sacando fotos como loca. Porque quería vivir profundamente el momento con mi hija. Cuando tengo la cámara en mi mano se me escapa el ambiente. Era súper importante para mí vivirlo con ella y saqué fotografías muy elegidas. No era algo rápido sino algo lento. Porque en la India ya está todo fotografiado, lo ves en todos lados”.

 

Niña entre fotografías. A Kok le gusta contar cómo casi “nació” en un estudio fotográfico pues era la profesión de su padre, al igual que su abuelo y bisabuelo. “Desde muy chiquita ayudé a mi padre en su estudio, en la época que la gente no tenía cámaras y venía a hacer su retrato”. También reconoció que el “peso” familiar de la fotografía la hizo orientarse en otra dirección. Por eso estudió Comunicación Internacional en Ámsterdam y cuando terminó la universidad se reunió en Singapur con quien es hasta hoy el “amor de su vida”.

 

A partir de ahí empezó a trabajar en diferentes agencias de publicidad, en Singapur, Moscú, Nueva York. “En un momento me pasaron cosas que hicieron que decidiera que no quería seguir haciéndolo. Tenía como cliente grande a Pepsi Cola y a la Cruz Roja. En Moscú hubo un accidente horrible: un bombardeo enorme en Chechenia en el que murió toda la gente de la Cruz Roja. Yo había escrito una carta y recibí de vuelta una del presidente donde me decía que toda esa gente estuvo allí por la gran pasión que sentían por la humanidad. Poco a poco eso hizo que yo no quisiera seguir en publicidad”.

 

 

Delhi 17

Delhi 

 

Después de incursionar en diferentes formas del arte, como la escritura que siempre le ha gustado, concretamente la poesía, Kok volvió a la fotografía. “Usé mi manera de ver el mundo para concientizar sobre problemáticas que fueron ignoradas y desde ahí fui creando proyectos con la fundación que formamos. Actualmente sigue funcionando pero yo me estoy reenfocando en el arte, como la cerámica, que me está fascinando. A veces está bueno balancear un poco”. Se refiere a que los proyectos que emprendieron en los últimos 12 años fueron “profundamente emocionales”, lo que implica un gran involucramiento con poca protección personal. “Sentí que tenía que tomar este año para recuperar fuerzas y volver después con más energía”.

 

En cerámica le gusta trabajar con el torno. “Además de concentrarse sí o sí, es muy yóguico. No hay manera de escapar de ese momento. Me gusta hacer vasijas, floreros, piezas más grandes”.

 

La vida frágil. Con la fundación el primer proyecto fue el Fondo Rosado, después de fotografiar por mucho tiempo a una niña prematura en el Hospital Pereira Rossell. “Fue el momento en que me di cuenta del poder que tiene la fotografía cuando la usás de forma digna. Para mí siempre fue muy importante el respeto por el otro”. Luego llevó adelante un proyecto con los pacientes de la Colonia Etchepare y Santín Carlos Rossi. “Hicimos una combinación entre la fotografía y el arte de ellos: poesía y pinturas, que expusimos en el Cabildo”.

 

Poco a poco se concretaron proyectos con las Naciones Unidas, la Unión Europea e incluso más grandes contra la violencia sobre las mujeres, la explotación sexual de niños y adolescentes en Uruguay. El año pasado Kok terminó un trabajo en Paraguay sobre la infancia y la adolescencia. “Siempre es la fotografía y el encuentro que empuja los proyectos y después vamos formando y buscamos socios para profundizarlos”.

 

 

Mujeres

Mujeres

 

 

Kok dijo que su interés por lo social viene de haber vivido en varios países y haber nacido “en un país donde la pobreza profunda no existe y hay mucha más igualdad en la sociedad. Luego de vivir un tiempo en Uruguay, cuando lo sentimos como propio, porque es el lugar donde criamos a nuestros hijos, empecé a ver tanta desigualdad que me despertó ganas de hacer algo: ¿cómo puede ser que no lo viera antes? Tengo adentro de mí una gran intolerancia con la injusticia”, señaló. Reconoció, además, que esta característica suya a veces la ha llevado a meterse “en líos” o en situaciones de peligro por no medir las consecuencias.

 

Algo que la marcó mucho fue un accidente muy grave que tuvo de pequeño uno de sus hijos. “En esos momentos ves que la vida es sumamente frágil, que tuvimos protección y un poco de suerte también. Y siento un agradecimiento muy grande, lo que hace que quizás esté más abierta a querer registrar temas sociales. Cuando abrís este canal para ver lo que hay a tu alrededor, no hay vuelta atrás. No podés cerrar los ojos y decir ‘Ahora no lo veo más’. Lo veo también en Holanda, en países que quizás pretenden tener progreso, pero se ve una pobreza de afecto y cuidados. En Holanda hay muchísima gente que vive en una soledad profunda”, explicó.

 

La fotógrafa dice que hace las cosas con “mucho entusiasmo”, lo que implica que pueda traspasar la frontera del cuidado personal. “Por suerte tenía un equipo conmigo que me podía parar. El mundo de la explotación sexual es muy oscuro. Hay una parte de peligro que no puedes subvalorar y tampoco puedes pretender que tú cambiarás el mundo. Hay que reconocer los límites de lo que se puede hacer. Porque si no sufrís mucho la desilusión”.

 

Yoga. Una parte importante de la vida de Kok es el yoga, disciplina que descubrió en Uruguay, con el maestro Jorge Zoppolo. Si no está de viaje, lo practica todos los días. “Cuando me acomodo en mi colchoneta, siento que puedo conectar la parte física con la espiritual y desactivar la mente. A veces vuelo y me resulta difícil centrarme. Aparte hace que me cuide, porque con el entusiasmo de crear hay un descuido gigante y el único momento en que paro es cuando literalmente no puedo moverme más: quedo con el cuello torcido. El yoga te ayuda a medirte un poquito más”. Kok aclaró que a esto le suma el “trabajo con el ego”, que hay que “dejarlo fuera lo más posible”.

 

Otra cosa que contribuye con la salud, afirma la holandesa, es “formar comunidad”. “Cuando no vivís en tu propio país está bueno tener grupos de pertenencia, en los que sentís que te quieren y tú querés al otro”, algo que encuentra en los talleres en los que participa, como el de arte con la fotógrafa Magela Ferrero y Magdalena Gutiérrez, con quienes se juntan cada jueves. “Es sumamente profundo y está bueno crear esos momentos. Usamos la fotografía y la escritura como forma de viajar por adentro nuestro. Es hermoso hacerlo porque a veces la vida va tan rápido que nos olvidamos de parar y reflexionar”.

 

Según su concepción, la espiritualidad es “la conexión con el otro, sabiendo que hay algo mucho mayor que nosotros. Y el vivir agradeciendo de verdad todo lo que tenemos. Yo creo que hay un Dios, me confundí mucho viviendo en culturas diferentes donde había otras espiritualidades pero también me dio una gama de tolerancia más grande a otras religiones. Pero para mí es sentir que hay algo mucho más grande que nosotros y que estamos todos unidos. Eso hace que cuando te cuidás a ti mismo cuidás al otro y al revés”.

 

 
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Escrito por:
Laura Gandolfo