
Garages Modernos
20 agosto 2021
La temprana presencia de garages colectivos en el espacio de la ciudad es una potente manifestación moderna que nos vincula a la primera mitad del siglo XX, donde Uruguay vivió un tiempo de cambio y transformación.
El título de este artículo tiene un sentido algo tautológico, aunque hay dos formas de entender la tautología. Una de ellas es cuando innecesariamente utilizamos un adjetivo que ya está implícito en el sustantivo, sin darnos cuenta de esta redundancia; otra es cuando lo hacemos como propósito explícito – por repetición o acumulación de lo mismo -, señalando con más fuerza la idea que deseamos afirmar. Es que los garages, en tanto edificios, resultan ser modernos por naturaleza, ya que han nacido con la llegada del automóvil que, de hecho, es un producto de la modernización tecnológica.
La temprana presencia de garages colectivos en el espacio de la ciudad es pues, una potente manifestación moderna que nos vincula a la primera mitad del siglo XX, donde Uruguay vivió un tiempo de cambio y transformación. La paradoja es, en cierta medida, que cuando más antiguo parece ser un garage, más moderno resulta ser, dejando la tautología su lugar al oxímoron, que es básicamente una contradicción implícita.
Recordemos, antes de visitar algunos interesantes garages montevideanos, que el automóvil ingresó por primera vez a nuestro país en 1899. Conducido inicialmente por los señores Moreau y Labat se paseó por las calles de la capital y, según las crónicas, hizo sonar su bocina reiteradas veces, sobre la avenida 18 de Julio, como manera de manifestar su presencia. Se trataba de un Delin, de un solo cilindro, originario de Bélgica que, inmediatamente después de su llegada al país, pasaría a ser propiedad de Alejo Rossell y Rius. Actualmente, este automóvil puede observarse como una de las más importantes piezas del museo del automóvil, ubicado en el edificio del Automóvil Club del Uruguay, en la calle Colonia y Yi.
Propongo recorrer algunos ejemplos de garages que resultaron verdaderas expresiones de nuestra vanguardia arquitectónica, dentro de un tejido urbano en proceso de sustitución y consolidación, como lo fue Montevideo hace más de setenta años. En principio podría elegir un camino cronológico, seleccionando ejemplos de acuerdo a la fecha de proyecto o de construcción, pero prefiero dar rienda suelta a las sugerencias de la memoria, donde a manera de registro se acumulan imágenes y algunos datos aislados.
Por su dimensión polisémica – es decir por su capacidad de sugerirnos múltiples significados a través de sus formas y espacios – comenzaré por aquel garage concebido como estacionamiento de ambulancias de la Asistencia Pública Nacional y que fuera construido en 1931, en la esquina de las calles Arenal Grande y Paysandú.

Garage de Asistencia Pública
Esta edificación, cuya estructura en hormigón armado resulta ser un componente fundamental para su concepción de conjunto, fue proyectada por el arquitecto Julio Vilamajó. Se trata de una pieza muy destacada en el concierto modesto de las arquitecturas del barrio donde se inserta, aportando enorme identidad volumétrica – lograda mediante una gran bóveda parabólica, sobre arcos torales que se perciben desde su interior – donde prima el tono rojo del ladrillo que cubre su superficie exterior.
Cuando se ingresa en él, nuestros sentidos son impactados por ese espacio excepcional, marcado por una organización que recuerda el ámbito diáfano de una iglesia, con su nave mayor jalonada por cuatro capillas laterales por donde ingresa rauda la luz. Su fachada, también aporta iluminación a través del tímpano – que bien parece cumplir la lógica función de un rosetón catedralicio – y de otro plano vidriado, paralelo, ubicado en la fachada trasera. Es este garage una pieza única, que hoy expone un pobre estado de conservación – quizá por desconocimiento de su valor, quizá por desidia – pero que igualmente justifica una visita y su posible apertura para el Día del Patrimonio.
Otro garaje importante, que al igual que el anterior merece destacarse, es el hoy llamado garage Artigas y cuyo nombre original fuera, precisamente, Garage Rincón.

Garage Artigas
En sus inicios cumplió funciones de estacionamiento temporal, además de brindar otros servicios como el suministro de nafta y aceite. Se trata de un ejemplo de gran valor arquitectónico, obra de los arquitectos Jacobo Vázquez Varela y Daniel Rocco, ubicado en la Ciudad Vieja, más exactamente en la calle Rincón, entre Treinta y Tres y Misiones. Su fachada nos ha acostumbrado a un potente y austero racionalismo, configurado por paños de revoque y ventanas apaisadas – es decir extendidas horizontalmente – en vínculo con una tipografía moderna, en herrería, que ha sido sustituida por otra, que hablaba de su nombre y los servicios brindados al conductor vehicular. Constituye un detalle excepcional la presencia de dos aleros curvos, sobre la entrada y la salida, debajo de los cuales se ubican dos magníficas luminarias de sabor art Déco.
El edificio fue concebido en los comienzos de la década de 1930, a partir de una estructura de hormigón armado que permitiría materializar el primer estacionamiento de Montevideo organizado en distintos niveles de altura. Sin duda, se trata de un edificio de alto valor patrimonial, que aún se mantiene como estacionamiento y cuenta con una muy buena conservación a pesar de haber sido ampliado, décadas atrás, en su capacidad de estacionamiento.
Otros dos importantes edificios de estacionamiento que exponen vocación moderna – ambos ubicados en Ciudad Vieja – son aquellos conocidos como garage Cerrito y garage Minerva.

Garage Cerrito
El primero de ellos fue obra de Rafael Lorente Escudero, habiéndose construido en la década de 1940. De cubierta liviana sobre cerchas metálicas, el aspecto más notable de este garage se centra, sobre todo, en su definición de fachada: un gran ingreso – que también oficia de salida de automóviles – bajo un largo alero, jalonado por dos ventanas en forma de “ojos de buey”. Tal como era característico de ciertas arquitecturas en vinculadas al diseño náutico, este garage no elude la modernidad del campo tecnológico y subraya este aspecto incorporando otros dos grandes óculos posicionados en el mismo plano, pero por encima de la entrada.

Garage Minerva
El Minerva es, al igual que el Cerrito, un gran espacio cubierto por una estructura liviana, pero su fachada es más contenida como expresión moderna. La forma de la cubierta a dos aguas parece extrovertirse en una suerte de moderado tímpano que no recurre a ornamentaciones historicistas, sino a un gran plano revocado, donde se acusan, suavemente, algún alero y remates o cornisas. Dos alargadas aberturas subrayan la simetría axial con que fue pensado pero que hoy ha perdido por efectos de una intervención que eliminó una de las entradas y generó un comercio u oficina. Este edificio fue proyectado en la década de 1930.
Es igualmente recordable un importante e innovador garage que, al igual que muchos de los otros, ocupó su lugar en Ciudad Vieja. Se trata del Garage Zabala, obra de los arquitectos uruguayos Alberto Muñoz del Campo y Carlos García Arocena.

Garage Zabala
Uno de los aspectos más novedosos de este estacionamiento vehicular radicaba en su asociación con la tecnología ya que el sistema de circulación vertical se resolvía mediante un montacargas. Toda una novedad para la época fue este garage, que no se agotaba en lo anterior sino que también planteaba la posibilidad de combinar área de estacionamiento con apartamentos para escritorios en los niveles superiores. Este edificio fue posteriormente transformado, luego de haber sido concebido, a comienzos de los años treinta.
En la mitad del siglo XX, no sólo Montevideo sino muchos centros urbanos del interior del país contaban ya con excelentes ejemplos de estas arquitecturas modernas. Basta con visitar ciudades como Dolores, Carmelo o Maldonado para confirmarlo. Volveremos entonces para exponer y difundir algunos fascinantes ejemplos de garages que, no solo son hoy poco conocidos sino que corren el riesgo, siempre inevitable, de desaparecer.
