Intervencion Directa Guillermo Zabaleta

El despertar de los híbridos

07 enero 2022

Sobre el arte contemporáneo en Uruguay

En una entrevista realizada en el año 1959 –publicada en la revista Art Space– al famoso Marcel Duchamp, quien para muchos es el padre del arte contemporáneo, este expresaba que el movimiento dadaísta constituía la culminación del espíritu no conformista que había existido en cada siglo y en cada movimiento artístico. En particular, al hablar de su trabajo en dicha época, expresaba que su búsqueda radicaba en expresarse sin ser un escritor, sin usar ninguna de las categorías preestablecidas, uniendo ideas y representación visual. Según sus propias palabras, esa mezcla de sentidos, “esa forma híbrida explica por qué nadie estaba de acuerdo conmigo”.

 

Estos conceptos, valorados sesenta años después de ser pronunciados por un precursor, siguen vigentes en la actualidad dado que promueven cosmovisiones radicales o innovadoras en las prácticas artísticas. Las comunidades que llevan a cabo estos procesos pueden ser analizadas y comprendidas a la luz de sus estéticas y modelos de producción conceptual. En este sentido uno de los conceptos en el arte actual es el de hibridación, que permite una ampliación radical de la visión del campo artístico y rompe los límites de la praxis modelada por la modernidad y sus principios con respecto al individuo. La posmodernidad trajo consigo un proceso de quiebre de la búsqueda de los límites precisos, de cómo ver el arte y hacia dónde se marcan las tendencias de cómo producirlo.

 

Las acciones de los movimientos de principio del siglo XX en Uruguay –nos referimos a una estética concebida en la pintura y por la pintura– expusieron nuevas formas que atraviesan marcos y territorios, análisis de obras y pensamiento crítico. Al terminar la Segunda Guerra Mundial el campo del arte se vio conmocionado por flujos de nuevos modelos económicos, políticos y el desarrollo de mercados que rápidamente se globalizan.

 

La actualidad de los híbridos

 

Las nuevas tecnologías de control son dispositivos que usados por los artistas operan como prótesis de la información para denunciar la complejidad del derrotero de muchos pueblos. Uruguay no estuvo exento de estos cambios y tampoco lo estuvo en los albores de este siglo XXI y mucho menos en el trabajo de sus creadores.

 

La hibridación en este contexto ha tenido un planteo removedor, que pone en jaque a cualquier dogma que reaccione por imposición, porque justamente propone tomar a la modernidad –gran tesoro de la estructura social e intelectual de un país desafiado por su historia– para desplazar sus estructuras. Como proponía con respecto a la modernidad en Europa el teórico del arte relacional Nicolas Bourriaud, se debía buscar una forma de subvertir el orden impuesto por aquella y entender el extremo de los conceptos de las obras de arte en el flujo del sistema de las relaciones sociales.

 

Puede pensarse que en el conjunto del canon institucional del arte, es decir en la compleja red de relaciones de producción en la que circulan las obras, hay obras que marcan un tiempo en su estado de hibridación. En el caso del Uruguay un ejemplo lo constituyó Teresa Vila, como la madre del happening en nuestro país, o Amalia Nieto, quien reunió la visión exquisita de la abstracción en el plano y el volumen y la firmeza del concepto y el color, María Freire y José Costigliolo con el espíritu de quienes a través de la síntesis de las formas y los actos en la pintura y la escultura generaron híbridos geométricos que rompieron con el concepto de lo figurativo en la modernidad en nuestro país.

 

1710 Mfreire

Composición. María Freire. 1955.

 

Exponentes como Nelbia Romero, que conjugó la performance, el grabado y la instalación sonora y que desde y hasta sus últimos días vivió en el compromiso de un cuerpo que señala aquello que lo hace resiliente y a su vez vulnerable, tal vez encarnado en el mismo cuerpo del arte. Rimer Cardillo, quien imprime con su ojo exacto la gestualidad de lo racional y la dinámica del territorio, del hábitat de la austeridad y la supervivencia en la naturaleza. Gran testimonio de esto es la muestra realizada por el artista en el Museo Nacional de Artes Visuales. Siguiendo esta línea, la figura de Margaret White, cuyas obras son el ensamblaje de deshechos hallados para una nueva forma de existencia, produciendo en sus conglomerados textiles volúmenes que en esculturas blandas nos llevan a una estética cercana al registro de una arqueología pública, un registro de la vida contemporánea y sus intensidades.

 

En este recorrido sobre el proceso de hibridación en el arte contemporáneo, con figuras notables del arte en Uruguay, se enfrenta hoy la contingencia de mantener viva o de derrotar a la modernidad y allí, en esos intersticios, parece estar el reservorio para pasar lentamente a un pensamiento contemporáneo. Sin duda los espacios que crearon este pensamiento posmoderno han sido varios y han nacido en los talleres de grandes artistas como Guillermo Fernández, Nelson Ramos, Hugo Longa, Clever Lara, Claudia Anselmi, Gustavo Alamón, Carlos Seveso, Carlos Musso, Fernando López Lage, Fernando Martínez, Gustavo Tabares, Martín Verges, entre otros.

 

Trans-estéticas

 

En los últimos veinte años el campo del arte uruguayo debió asimilar su propia contemporaneidad y la velocidad de la información. La hibridación en el contexto de interrelación entre arte y ciencia afina su acción, no como reproductor de artefactos, sino como campo de fuerzas que trasciende la naturaleza petrificada de la historia a la que aludía Walter Benjamin, en su visión dialéctica de la misma. La hibridación llevó al fin del arte que afirmaba Arthur Danto y conmocionó, como señalaba Jacques Derrida, los procesos de creación al operar en la deconstrucción de los lenguajes que promovían las estéticas de la modernidad. Así, quizás, nacieron posibles espacios de encuentro y diálogo, que modificaron la dinámica de la producción local.

 

Hubo un cambio en el gesto político del cuerpo social, en la re-contextualización de una multiplicidad de sucesos que definen a la actividad artística, renovándola. La existencia de agentes híbridos, como catalizadores, permitió operar en un nuevo orden, en una mirada que está empapada de los flujos del pensamiento crítico y la función del arte, que aún impone a la modernidad como modelo recordado con nostalgia. Estamos ante el desafío de detectar ese espacio de intersección que permita trazar la reedición de un nuevo mapa, en donde las fronteras de lo tradicional y lo contemporáneo contacten y se produzca un encuentro.

 

Hoy Uruguay, desde el punto de vista institucional y académico, se acerca a comprender la importancia de las prácticas artísticas en el arte contemporáneo. Fue necesaria la remodelación de la ex-cárcel de Miguelete, hoy convertida en el Espacio de Arte Contemporáneo, uno de los futuros reservorios de las prácticas artísticas de nuestro tiempo. En el pasado la Agencia Española en nuestro país fue precursora, incentivando una línea de actividad cuya trayectoria se evidencia en el actual Centro Cultural de España. Sin duda la Colección Engelman-Ost es el espacio por excelencia que da cuenta en su extensa integración y selección de obra, de las claves de un cambio de paradigma en la cosmovisión del arte contemporáneo nacional.

 

Asimismo, otras instituciones como la Fundación de Arte Contemporáneo, que es uno de los espacios de formación que funciona a su vez como colectivo, marcan una clara tendencia en la educación y producción de arte, desarrollando este proyecto desde mediados de los 90. Marte Up Market fue un espacio que renovó la forma de presentar el arte y la performance; Casa Mario es otro espacio que funciona como activo agente de las prácticas artísticas; Kiosko fue una plataforma colaborativa de participación que trabajó en la hibridación de las estéticas entre diseño, arquitectura y pintura, entre otras áreas. Dos espacios que revelan la innovación y el compromiso del hacer actual en la escena montevideana son Laboratorio de Cine FAC, centro de experimentación y pionero en cuanto a los archivos fílmicos y la enseñanza de cine independiente, y GEN, espacio de experimentación entre arte y ciencia.

 

Gen Espacio

Espacio GEN

 

Todos son claros ejemplos de los espacios que abren sentido al arte actual y que renuevan la tendencia con respecto del arte contemporáneo. Vivimos, como afirman Gilles Lipovetsky y Jean Serroy, en la era trans-estética: “El culto de los héroes ha sido reemplazado por la consagración del placer y las sensaciones excitantes”, goce y satisfacción inmediata parece ser la consigna. Los artistas contemporáneos evocan la capacidad de trascender las fronteras impuestas por el nuevo orden y analizan a la luz de ese goce las angustias de su tiempo, ponen de manifiesto la posibilidad de despertar y hacer visible una época en la que el arte se involucra cada vez más en infinidad de territorios del conocimiento.

 

 

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Escrito por:
Jaqueline Lacasa
Jaqueline Lacasa