
Constelaciones familiares con caballos
12 mayo 2022
Con el Dr. Bernardo Ferrando
La cita es temprano en la mañana, en Casa Verde, donde tiene su consultorio el Dr. Bernardo Ferrando. Allí trabaja en medicina natural con flores del Uruguay y desde hace un tiempo incursionó en la terapia de constelaciones con caballos. Somos tres las que consultamos, como suele ser en cada instancia que él facilita. Subimos a la camioneta y partimos rumbo a un campo cercano al primer peaje de la ruta Interbalnearia. En el camino, el Dr. Ferrando relata el origen de esta forma de trabajo terapéutico: “Las constelaciones familiares empezaron con un sacerdote alemán llamado Bert Hellinger. Una persona muy mayor, que falleció hace poco, era psicólogo también. Siendo misionero en África, Bert Hellinger trabajaba con grupos. Y en esos trabajos empezó a encontrar la metodología de las constelaciones familiares. Lo que hacía era elegir representantes para los integrantes de un sistema familiar determinado. Descubrió que estos representantes, aun sin saber nada de la persona original (la que planteaba el conflicto relativo a esa familia), empezaban a sentir o actuar igual que esta. Y eso es lo novedoso y extraño del tema. Esos representantes empiezan a recrear, sin tener conocimiento previo, los movimientos del sistema familiar. Hay una explicación para ello que tiene que ver con los campos morfogenéticos. Así, Bert Hellinger fue desarrollando toda la metodología y la estructura de las constelaciones familiares y lo que llamó los órdenes del amor”.
¿Qué son los órdenes del amor?
En los sistemas familiares hay órdenes del amor. Está el padre, la madre, los hijos, los nietos. Y ese orden hay que respetarlo. Cuando no se respeta ese orden vienen las disfunciones y las patologías. Muchas veces, atrás de una enfermedad o de alguna neurosis o conflicto familiar, hay un desorden de la estructura familiar. Por ejemplo, cuando un hijo ocupa el lugar del padre o de pronto hay un excluido en el sistema familiar, un hijo no reconocido. Entonces otro integrante del sistema familiar va a ocupar ese lugar y va a traer conciencia del excluido del sistema. O abortos que han sido negados y no les han dado su lugar, también trae consecuencias para la dinámica sistémica. O conflictos que sucedieron tres generaciones para atrás, que no se resolvieron adecuadamente.

Allí, aguardando.
Un poco así es que se dan las dinámicas en las familias. La constelación, lo que trae, es luz sobre esas estructuras. Te va a mostrar dónde está el conflicto, donde está lo ocultado por el sistema. Por qué se ha invertido el orden del amor. Por ejemplo, una tía abuela que era loca y estaba en un manicomio. Y la familia la ignoraba y no le daba el lugar correspondiente. Pasa una generación, luego otra y aparece alguien del sistema que va a traer conciencia de esa tía abuela, a través de una enfermedad o a través de un conflicto. Hasta que no se trae metaconciencia en el campo de aquello que no fue integrado, eso repercute en las generaciones siguientes. Es hasta bíblico: “el pecado de tus padres lo pagarán las generaciones siguientes”. No es desde la culpa, sino desde la energía de lo sistémico. Alguien que se casa cuatro veces, alguien que no se puede casar nunca, o alguien que en vez de mirar su propio destino queda mirando hacia sus padres y queda soltera para cuidar a los padres. Al traer metaconciencia, que no es una conciencia psíquica sino energética, se produce un movimiento de sanación y el campo se entra a mover de otra manera. Cuando en un sistema aparece información nueva esa información modifica el campo.
¿Quiénes son determinantes en el árbol genealógico?
Están los padres, los tíos, los abuelos, los primos no tanto. Lo que hagan los padres o los abuelos trae repercusiones cuando es negado y no asumido. El caso de los abortos, por ejemplo, incluso abortos espontáneos cuando no se les da un lugar, son energías que forman parte del sistema de una manera o de otra. Jung hablaba del inconsciente personal y del inconsciente colectivo. También Hellinger habla del alma individual, del alma familiar y de la colectiva. Cómo esa energía presente, que no es individual, sino sistémica, es una energía que no es solo tuya, es en relación al sistema de pertenencia. Y como formamos parte y somos leales al sistema al cual pertenecemos, esa energía nos liga de alguna manera. A veces somos leales de una manera saludable y a veces de una manera patológica. Por ejemplo, hay gente que se enferma para salvar a otro, eso se llama amor ciego. Yo me agarro una enfermedad buscando evitar que vos te enfermes. También puede suceder que se muere el padre a una edad y después se muere un hijo a los seis meses: “yo te sigo”.
¿Eso es evitable?
Sí, la conciencia trae que no copiemos los modelos. A veces muere un niño tempranamente y eso se repite. Cuando son muertes violentas, agresivas o no esperadas, no asumidas, puede traer consecuencias.
¿Hay patologías más manejables dentro de las constelaciones?
Creo que las constelaciones te ayudan a traer información, no curan nada. Traen metainformación, y eso es muy importante para los sistemas: traer luz, para que empiece un proceso de sanación y de conciencia.
¿O sea que es un comienzo para seguir trabajando?
Es para abrir el campo. A la gente la veo cada seis meses porque antes hay que dejar que su alma trabaje, que se vaya liberando y se mueva el campo al cual pertenece. Porque se mueve el orden del sistema.
Imagino que hay que tener una gran responsabilidad en este trabajo.
Mucha responsabilidad, y es muy rico, muy sanador si se hace bien.
¿Qué es importante cuidar como facilitador?
Tenés que trabajar en ti mismo, haber hecho trabajos de conciencia para poder ayudar a otros. Si no sos consciente de ti mismo, de tus heridas, de tus complejos, de tus conflictos, difícilmente puedas ayudar a otros. Se da en todas las medicinas y artes terapéuticas.
Cuando enfrentás el nudo de cierto conflicto, ¿cómo sabés por dónde ir?
Cuando estás trabajando en presencia, en estado de silencio interior y de conciencia, cuando estás libre de ideas y pensamientos, de preconceptos y prejuicios, ahí te llega la información del campo. Que es distinto a cuando la gente no está en presencia y empieza a proyectar lo propio. Acá trabajás con la fenomenología, es la información del campo. Es muy del aquí y del ahora. Para que un hecho sea fenomenológico tiene que haber una información que se observa. La ciencia es fenomenológica, son datos de la realidad. Luego están los campos morfogenéticos. Rupert Sheldrake descubrió que un árbol desarrolla espinas para sobrevivir a una sequía. Después de eso, todos los árboles de la especie, van a desarrollar espinas… En las constelaciones estás entrando en el campo de información de un sistema y los movimientos que se dan son en relación al sistema del cual proviene la experiencia.

La mirada.
¿Tiene que haber una cierta disposición en los que participan?
En todas las cosas tiene que haber una cierta disposición. Una vez vino una chica y me di cuenta que venía negada a trabajar. Cuando se sentó los caballos ni se movieron, ellos siempre hacen algún movimiento. Y le dije: “contigo no puedo trabajar”. Y ella me dijo: “sí, la verdad que no puedo creer esto de los caballos. No me nace hacerlo”. Entonces le dije: “no te preocupes, quédate acá mirando que las otras personas tienen que constelar”. Después que terminaron las otras dos, ella dijo: “yo quiero constelar ahora, vi lo que es y me quedé emocionada”. Su constelación fue a través de la de los demás. El trabajo de los otros le sirvió a ella. Capaz que si hubiera constelado habría andado bien, pero ya nos teníamos que ir.
¿Cómo se aprende a constelar?
Me formé en Constelaciones Familiares. Empezamos en Casa Verde, con Carlos Bernués. Él era alumno en el tema de las flores y un día dijo que quería hacer una constelación e hizo una con el grupo de las flores. Luego quedó chico Casa Verde e hicimos grupos en otros lados, fuimos a lo de Graciela Figueroa y de ahí Carlos Bernués se fue al lugar en el que está ahora. Yo me formé en Constelaciones Familiares, hice la formación en constelaciones grupales, luego en constelación individual. Siempre hice la medicina natural que practico, más constelaciones. Y un día hablando con alguien me dijo que hacía coaching con caballos y equinoterapia. Me mostró el lugar y lo que hacían. Y ahí empecé a probar constelaciones con caballos, y ya luego fui a Argentina y a Chile a formarme.
¿Por qué con caballos?
Los caballos no piensan, no tienen conciencia, pero entran en el campo y sienten. Tienen una sensibilidad exquisita y poseen una fuerza sanadora muy intensa. Cuando hacés estos trabajos ves que la gente mejora mucho. Pasa el tiempo y les hace un proceso interno y familiar muy profundo. Desde que empecé no paré nunca. A veces llueve, a veces está frío, o hace calor, pero igual lo hacemos. Descubrí una veta maravillosa, un campo de trabajo espectacular que me emociona.
¿No se intelectualiza lo que sucede?
En general no se intelectualiza. Los caballos te quieren mostrar. Ellos se comunican contigo. Vas entonces dándole un sentido al movimiento del caballo. Pero no yo. Yo en relación a la persona que constela.
¿Siempre son los mismos caballos?
Acá sí. Pero he ido a otros lugares y hemos hecho con caballos salvajes, y no te cambia nada. Porque es el campo el que se trabaja. A veces aparecen águilas o chajás o teros. Una vez aparecieron chanchos. Nada es casualidad. Cuando estás en presencia la naturaleza está contigo. Estás en resonancia con ella y todos los fenómenos que suceden están en sincronía con tu vivencia interior. Pero para eso tenés que estar muy disponible, muy en presencia.

Manos a la obra.
La camioneta entra por un camino, llegamos al campo donde están los caballos. Bajamos y nos dirigimos hacia el potrero. Iremos constelando de a una. Mientras, las otras miramos sentadas en un banco. Aunque no solo miramos, al estar ahí también estamos involucradas en ese proceso. La primera plantea su inquietud. Mira a los caballos y decide cuál la representará, cuáles asumirán a otros miembros de la familia. Luego de visualizar quién es quién, esperamos. Los caballos empiezan a moverse. Surgen preguntas, el Dr. Ferrando va guiando en la interpretación de los gestos. La involucrada va encontrando el sentido, da más información, surgen nuevos movimientos. Y algo se va desentrañando. Algo empieza a emerger. Irrumpe la emoción. Algo está cobrando forma. Los caballos son claros en sus gestos. A veces tienen acercamientos al que está consultando. Y ahí se da una situación muy reconfortante. Quien ha abrazado a un caballo lo puede entender. No se puede abundar en detalles, cada experiencia es única e intransferible. Todos están dentro del campo, con una cierta pregunta, una cierta intención. El movimiento se da en torno a ello. Y lo que sucede allí queda allí, no se habla al respecto. Incluso conviene que los días siguientes no se hable del tema. Que el movimiento hacia el equilibrio surja naturalmente. Casualmente las tres consultantes planteamos dificultades con el mismo tema. Parece, efectivamente, que las casualidades no existen. Carl Jung lo llamaba sincronicidad. Subimos a la camioneta y emprendemos el regreso. Vamos en silencio.